domingo, 30 de diciembre de 2012

Buenas noches






Nunca lo pactaron verbalmente, pero fue como un acuerdo tácito que se metía cada noche en la cama junto a ellos dos.
Si él le decía “buenas noches” y se giraba, dándole la espalda, eso implicaba que esa noche no habría sexo. Y tampoco habría caricias, ni abrazos, y con el paso del tiempo ni un beso siquiera.

Cuando en cambio él se metía en la cama y no decía nada, quería decir que tarde o temprano sus manos se posarían sobre ella, generalmente empezando a acariciar su espalda, su pelo, acercándose más a ella, besando su nuca, apretando su miembro cada vez más erecto hacia ella….y ella se dejaría hacer, correspondiendo con gestos y caricias a su petición, hasta que se giraba y él se posaba sobre ella para colmarla de placer.

Ese acuerdo nunca firmado y que nunca fue de mutuo acuerdo hizo que él hiciese cada vez más patente y latente su falta de deseo hacia ella.

Y ella, sintiéndose poco mujer, poco atractiva ante los ojos de él y mucho menos deseada, se dejó llevar, y dejó de intentar acercarse a él tras varias negativas, y abandonó también el deseo.

Y durante años, la actividad en aquella cama dependía única y exclusivamente de esas dos palabras: buenas noches, siempre pronunciadas por él.

La última vez que él se acercó a ella, la tocó, íntima y dulcemente, y ella sintió mezcla de placer y dolor. Sin premeditación, y sin saber si hablaba su mente, su corazón o su sexo, le dijo “buenas noches”, se giró y no ha habido desde entonces más noches compartidas